sábado, 2 de julio de 2011

LA VIRGINIA CON UNA NIÑA NUNCA VISTA


Inocencia, utilización y pobreza

A La Virginia, municipio del departamento de Risaralda, llego la niña y con ella un invierno que en muchos años no se había visto, pasó navidad sin techo, una tregua de pocos meses y de nuevo el agua hasta el cuello. Los niños y niñas de los barrios ribereños en especial al río Risaralda, disfrutan del agua que buscando su viejo camino han cubierto las calles y luego las viviendas, para ellos son las piscinas que para otros más beneficiados socialmente están en hermosas fincas veraniegas, acostumbrados a lanzarse al río desde el puente, ven en los balcones el trampolín para zambullirse en las aguas, putrefactas abastecidas por alcantarillas, ellos no son conscientes de la magnitud del problema, en sus rostros de pobreza se refleja la alegría que genera recrearse al nadar bajo putrefactos olores y bacterias maléficas, aquellas que a la postre dejaran huellas en su cuerpo.

Es tan inmensa la pobreza, que la inundación es esperada con ansiedad, y no es sinónimo de angustia sino como fenómeno salvador, ya se ha aprendido a convivir con ella, se mira como algo normal, pero más importante, como la posibilidad de tener alimentos, de renovar un viejo colchón, una sabana o una camiseta.

La solución hace muchos años se ha identificado, unos jarillones que impidan que el agua recupere sus riberas y no cubra calles y viviendas, la más segura una reubicación de las familias, se dice que existe el terreno y los recursos, pero no se concreta por la rebatiña del gobierno local con el departamental, es que figurar como mesías significa votos y se aproximan las elecciones. De otro lado una población resignada, discapacitada por falta de conciencia, de organización y capacidad de exigir sus derechos, mientras tanto, impacientemente se esperara el próximo invierno, con ello llegará la angustia para algunos o la satisfacción a las necesidades básicas aplazadas desde que pasó la ultima inundación para otros. 
 









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