Nidia a los 79 y Anadelia a los 86, se graduarán

Anadelia Castro a sus 86 años vive la vida como si tuviera 20 años.
Las abuelas Nidia Muñoz y Anadelia Castro tienen 79 y 86 años. Cuando se habla de ellas se pensaría que integran un grupo de la tercera edad, pero no, a ninguna de las dos le queda tiempo para hacerlo. Ellas están dedicadas a estudiar.Así es, a esa edad están terminando su bachillerato y hoy domingo, Nidia dará un gran paso en ese camino que iniciaron en el 2008, deberá enfrentar el desafío del aprendizaje que representan el examen de Estado Saber 11°.
Aunque Anadelia está satisfecha por la labor cumplida, al terminar sus estudios, Nidia por estos días ha estado más nerviosa que cuando se casó, a ella aún le queda una tarea por hacer. Hoy desde las 8:00 a. m. medirá los conocimientos adquiridos durante tres años que duró el bachillerato acelerado para adultos.
Estas dos abuelas, como las llaman sus compañeros de estudio de la institución educativa Casd, no tuvieron tiempo de estudiar, porque en ese entonces criar los hijos y cuidar el esposo era lo más importante para una mujer casada. Fue así como en el 2008, al lado de sus hijos ya adultos tomaron la determinación que era el momento de culminar lo que años atrás habían dejado inconcluso, su bachillerato.
En sus rostros se nota felicidad y satisfacción por la labor cumplida, porque a pesar de sus quebrantos de salud, no dejaron de asistir a sus clases sabatinas. Si algo las hacía felices, era que llegara el fin de semana para ir a estudiar y más cuando sus compañeros las trataban como si fueran sus abuelas.
Nidia y Anadelia no solo tienen en común sus edades y el deseo de estudiar, también el gusto por las materias. A ambas les va bien en español y literatura, pues en sus ratos libres se dedican a leer libros de Gabriel García Márquez y algunos de filosofía.
Sobre esa experiencia Nidia Muñoz, sentada en la sala de su casa ubicada en la carrera 27 con calle 13 expresó: “Toda la vida me gustó el estudio, pero por ironías de la vida no pude terminar. Un día estaba hablando con Mónica, mi hija, y me dijo que si quería estudiar y yo le dije que sí, entonces ella habló con el rector y desde ese momento me animé y comencé, ahora gracias a ella y a Dios estoy terminado mi bachillerato”.
Con una sonrisa en su rostro ella reiteró: “En clase me siento muy bien, mis compañeros son muy queridos. Hasta cuando estoy enferma voy, porque no me gusta faltar y menos a las jornadas de preparación para las pruebas, yo desearía que me fuera muy bien y más continuar con una carrera, pero la edad ni mi salud me lo permiten. Bueno pero me siento muy satisfecha por lo que ya logré”.
Por eso ella deja como consejo a las personas adultas que: “Estudiar es muy bueno y lindo, y más cuando se sabe leer, escribir, sumar, multiplicar y restar. Yo quisiera enseñarles a otras personas lo que yo he aprendido”.
Aunque Anadelia Castro no se le mediará a presentar las pruebas, está a punto de terminar su bachillerato, porque como le ocurrió a Nidia, su hogar le impidió continuar. Para ella y su esposo lo más importante era sacar adelante sus hijos y que se convirtieran en unos profesionales.
A pesar de que al comienzo la experiencia no fue nada buena, porque tuvo un tropiezo con la profesora de matemáticas, materia en la que no le iba muy bien. “Ella me exigía mucho y un día no quise estudiar más y me fui, pero estando en la casa recibí una sorpresa muy linda, los profesores y estudiantes llegaron con flores y carteleras para pedirme que volviera y desde eso vivo feliz en la institución”.
Con relación al examen dijo: “No lo presento porque ya estoy muy vieja para continuar estudiando, pues culminar mis estudios ya es un gran logro. Ahora seguiré con mis practicas de piscina y de gimnasio, lo hago hace 12 años. Yo tengo 86 años y me siento como si tuviera 20. El consejo para las abuelas es que nunca digan, es tarde para seguir haciendo cosas que pude hacer cuando estaba joven”.
El Casd
Sobre la educación de adultos, el rector José Darío Ariza manifestó que este no es el primer año que se gradúan personas de la tercera edad y sobre ello dijo: “La educación en nuestra institución gusta mucho y con ellos se hace un tratamiento diferente, porque hay que entender que son adultos y no se les debe exigir lo mismo que a los jóvenes”.
El deseo de una hija
Al hablar de su señora madre, Mónica dijo: “Yo soy docente y un día me puse a pensar que sería bueno darle la oportunidad a mi madre de continuar sus estudios. Cuando se lo comenté ella se puso feliz y de inmediato me dijo que sí”.
Aunque Anadelia está satisfecha por la labor cumplida, al terminar sus estudios, Nidia por estos días ha estado más nerviosa que cuando se casó, a ella aún le queda una tarea por hacer. Hoy desde las 8:00 a. m. medirá los conocimientos adquiridos durante tres años que duró el bachillerato acelerado para adultos.
Estas dos abuelas, como las llaman sus compañeros de estudio de la institución educativa Casd, no tuvieron tiempo de estudiar, porque en ese entonces criar los hijos y cuidar el esposo era lo más importante para una mujer casada. Fue así como en el 2008, al lado de sus hijos ya adultos tomaron la determinación que era el momento de culminar lo que años atrás habían dejado inconcluso, su bachillerato.
En sus rostros se nota felicidad y satisfacción por la labor cumplida, porque a pesar de sus quebrantos de salud, no dejaron de asistir a sus clases sabatinas. Si algo las hacía felices, era que llegara el fin de semana para ir a estudiar y más cuando sus compañeros las trataban como si fueran sus abuelas.
Nidia y Anadelia no solo tienen en común sus edades y el deseo de estudiar, también el gusto por las materias. A ambas les va bien en español y literatura, pues en sus ratos libres se dedican a leer libros de Gabriel García Márquez y algunos de filosofía.
Sobre esa experiencia Nidia Muñoz, sentada en la sala de su casa ubicada en la carrera 27 con calle 13 expresó: “Toda la vida me gustó el estudio, pero por ironías de la vida no pude terminar. Un día estaba hablando con Mónica, mi hija, y me dijo que si quería estudiar y yo le dije que sí, entonces ella habló con el rector y desde ese momento me animé y comencé, ahora gracias a ella y a Dios estoy terminado mi bachillerato”.
Con una sonrisa en su rostro ella reiteró: “En clase me siento muy bien, mis compañeros son muy queridos. Hasta cuando estoy enferma voy, porque no me gusta faltar y menos a las jornadas de preparación para las pruebas, yo desearía que me fuera muy bien y más continuar con una carrera, pero la edad ni mi salud me lo permiten. Bueno pero me siento muy satisfecha por lo que ya logré”.
Por eso ella deja como consejo a las personas adultas que: “Estudiar es muy bueno y lindo, y más cuando se sabe leer, escribir, sumar, multiplicar y restar. Yo quisiera enseñarles a otras personas lo que yo he aprendido”.
Aunque Anadelia Castro no se le mediará a presentar las pruebas, está a punto de terminar su bachillerato, porque como le ocurrió a Nidia, su hogar le impidió continuar. Para ella y su esposo lo más importante era sacar adelante sus hijos y que se convirtieran en unos profesionales.
A pesar de que al comienzo la experiencia no fue nada buena, porque tuvo un tropiezo con la profesora de matemáticas, materia en la que no le iba muy bien. “Ella me exigía mucho y un día no quise estudiar más y me fui, pero estando en la casa recibí una sorpresa muy linda, los profesores y estudiantes llegaron con flores y carteleras para pedirme que volviera y desde eso vivo feliz en la institución”.
Con relación al examen dijo: “No lo presento porque ya estoy muy vieja para continuar estudiando, pues culminar mis estudios ya es un gran logro. Ahora seguiré con mis practicas de piscina y de gimnasio, lo hago hace 12 años. Yo tengo 86 años y me siento como si tuviera 20. El consejo para las abuelas es que nunca digan, es tarde para seguir haciendo cosas que pude hacer cuando estaba joven”.
El Casd
Sobre la educación de adultos, el rector José Darío Ariza manifestó que este no es el primer año que se gradúan personas de la tercera edad y sobre ello dijo: “La educación en nuestra institución gusta mucho y con ellos se hace un tratamiento diferente, porque hay que entender que son adultos y no se les debe exigir lo mismo que a los jóvenes”.
El deseo de una hija
Al hablar de su señora madre, Mónica dijo: “Yo soy docente y un día me puse a pensar que sería bueno darle la oportunidad a mi madre de continuar sus estudios. Cuando se lo comenté ella se puso feliz y de inmediato me dijo que sí”.
“Fue así como en el 2008 nos pusimos en la tarea para que ingresara al Casd y así culminara su bachillerato. Ahora estamos felices, además porque en la institución la quieren y la respetan mucho. Todos le dicen abuela. Aunque me gustaría que siguiera estudiando, ella dice que ya no puede porque que está muy enferma”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario