Mañana desfile de la Familia Castañeda
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DESFILE TRADICIONAL DE LA FAMILIA CASTAÑEDA |
Es de destacar que el historiador John Jaramillo en uno de sus artículos narra que el inicio de la familia Castañeda es una historia que vincula a Javiera Londoño de Castañeda, que ya viuda resolvió otorgar testamento, determinando dar la libertad a todos sus esclavos y destinando una suma de más de tres mil pesos oro en polvo en beneficio de doncellas pobres, virtuosas y recogidas de Marinilla, Rionegro y Llanogrande.
Decisión que no le gustó a la parantela y que llegó hasta un tribunal por dislocación en el juicio y el entendimiento, por lo que mandaba testamentariamente.
Primero intervino el cura de Rionegro, luego el obispo de Popayán, después el arzobispo de Santa Fe y hasta la corte española alcanzó a llegar el dichoso pleito, respondiendo el rey Carlos IV que podía disponer de su dinero y esclavos como quisiera, según consta en los documentos que reposan en el museo de la catedral de Rionegro.
Como sabía que a su muerte sus parientes, amangualados con las autoridades coloniales no darían cumplimiento a sus mandas testamentales, cualquier día reunió a sus esclavos, les entregó carta de manumisión y les ordenó que se fueran lo más lejos posible. Solo les puso una condición y era que anualmente, para las fiestas de Los Siete Dolores de María, 15 de septiembre, debían reunirse en la mina de El Guarzo para asistir a la celebración religiosa.
Como era costumbre los esclavos libertos tomaban el apellido de sus antiguos amos, y todos se apedillaron Castañeda y se esparcieron por lo que después fue el sur de Antioquia y el noroccidente de Caldas. Al aproximarse septiembre, comenzaban por los viejos caminos la romería a la cual se iban añadiendo en cada población los Castañeda residentes.
Se volvió entonces tradición que los novios arreglaban su matrimonio, que los niños que estaban en edad de hacer la primera comunión, los recién nacidos que había que bautizar recibieran el respectivo sacramento en la misa de El Guarzo.
La escuela no interrumpía clases y con la señorita a la cabeza, seguían por las trochas la labor de aprendizaje. Iban los padres, el cura con los monaguillos y sacristán, los arrieros que en sus esforzadas mulas llevaban no solo los baúles, sino también enormes canastos que pendían de lado a lado de una angarilla junto a los niños que no eran capaces de hacer tan extenuantes jornadas.
Durante mucho tiempo la promesa fue cumplida, pero la mina El Guarzo se agotó, la capilla se derrumbó y los nietos y biznietos de los esclavos de Javiera olvidaron el compromiso de sus mayores. Ya en tiempos de la República el gobierno de Antioquia sacaba a remate la producción de aguardiente, los capitalistas para lograr un consumo mayor resolvieron organizar fiestas en los pueblos en armonía con curas, alcaldes y el cogollo pueblerino.
Parece que fue en Abejorral, alrededor de 1880, cuando en unas fiestas de la virgen del Carmen, la jaramillenta, recordando el gayo y abigarrado desfile de los Castañeda por los pueblos resolvieron organizar algo parecido, un desfile que fue éxito en la apertura de las ferias y fiestas y que pronto fue copiado en muchos otros pueblos.
Con el paso del tiempo se le fueron incorporando nuevos personajes como las de ‘cuatro en conducta’, las beatas, el ciego. El borracho, el carbonero, el garitero, el amolador. El lotero. El loco, la boba, el panadero, cazadores, los pescadores, las cantarilleras, el policía, el culebrero, los gitanos y las reinas.
Decisión que no le gustó a la parantela y que llegó hasta un tribunal por dislocación en el juicio y el entendimiento, por lo que mandaba testamentariamente.
Primero intervino el cura de Rionegro, luego el obispo de Popayán, después el arzobispo de Santa Fe y hasta la corte española alcanzó a llegar el dichoso pleito, respondiendo el rey Carlos IV que podía disponer de su dinero y esclavos como quisiera, según consta en los documentos que reposan en el museo de la catedral de Rionegro.
Como sabía que a su muerte sus parientes, amangualados con las autoridades coloniales no darían cumplimiento a sus mandas testamentales, cualquier día reunió a sus esclavos, les entregó carta de manumisión y les ordenó que se fueran lo más lejos posible. Solo les puso una condición y era que anualmente, para las fiestas de Los Siete Dolores de María, 15 de septiembre, debían reunirse en la mina de El Guarzo para asistir a la celebración religiosa.
Como era costumbre los esclavos libertos tomaban el apellido de sus antiguos amos, y todos se apedillaron Castañeda y se esparcieron por lo que después fue el sur de Antioquia y el noroccidente de Caldas. Al aproximarse septiembre, comenzaban por los viejos caminos la romería a la cual se iban añadiendo en cada población los Castañeda residentes.
Se volvió entonces tradición que los novios arreglaban su matrimonio, que los niños que estaban en edad de hacer la primera comunión, los recién nacidos que había que bautizar recibieran el respectivo sacramento en la misa de El Guarzo.
La escuela no interrumpía clases y con la señorita a la cabeza, seguían por las trochas la labor de aprendizaje. Iban los padres, el cura con los monaguillos y sacristán, los arrieros que en sus esforzadas mulas llevaban no solo los baúles, sino también enormes canastos que pendían de lado a lado de una angarilla junto a los niños que no eran capaces de hacer tan extenuantes jornadas.
Durante mucho tiempo la promesa fue cumplida, pero la mina El Guarzo se agotó, la capilla se derrumbó y los nietos y biznietos de los esclavos de Javiera olvidaron el compromiso de sus mayores. Ya en tiempos de la República el gobierno de Antioquia sacaba a remate la producción de aguardiente, los capitalistas para lograr un consumo mayor resolvieron organizar fiestas en los pueblos en armonía con curas, alcaldes y el cogollo pueblerino.
Parece que fue en Abejorral, alrededor de 1880, cuando en unas fiestas de la virgen del Carmen, la jaramillenta, recordando el gayo y abigarrado desfile de los Castañeda por los pueblos resolvieron organizar algo parecido, un desfile que fue éxito en la apertura de las ferias y fiestas y que pronto fue copiado en muchos otros pueblos.
Con el paso del tiempo se le fueron incorporando nuevos personajes como las de ‘cuatro en conducta’, las beatas, el ciego. El borracho, el carbonero, el garitero, el amolador. El lotero. El loco, la boba, el panadero, cazadores, los pescadores, las cantarilleras, el policía, el culebrero, los gitanos y las reinas.
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